En estos meses que llevo haciendo otras cosas que no son trabajar todo el día en lo mismo me sorprende cuántas veces me he encontrado con cuestiones relativas a la respiración, desde distintas aproximaciones (Feldenkrais, yoga, meditación, qi gong) y diferentes ángulos (formas, objetivos, fases, conceptos).
En Feldenkrais nos sirve como indicador para detectar cambios cuando cambia: cuando se vuelve más profunda, o se acompasa o se agita, o cambia de sitio principal el aire que llega, nos indica que algo ha cambiado en la percepción de la persona o de nosotros mismos; también aprendí que para buscar la calma del sistema nervioso es más importante centrarse en el control de la exhalación y dejar más libre la inhalación.
En clase de yoga aprendimos a respirar por el canal central y los canales laterales estrangulando el aire con la glotis y a expulsar el aire por la coronilla como si fuésemos un tren.
En las meditaciones guiadas tomamos aire por un conducto nasal y por otro alternativamente, y redujimos su profundidad hasta la mínima expresión, hasta dejarla en casi nada: lo más parecido a no respirar.
Practicando qi gong hicimos respiraciones por partes: abdominal, torácica baja y torácica alta, hasta sentir la plenitud y el control de llevar el aire a un sitio u otro a voluntad; y respiraciones invertidas: el abdomen se expande al exhalar y se contrae al inhalar.
Vistas en perspectiva todas estas aproximaciones están relacionadas entre sí y demuestran que las diferentes formas de respirar nos llevan a objetivos diferentes: a calmarnos, a excitarnos, a llenarnos de energía, a concentrar la mente, a detectar cambios, a traer la atención al instante presente.
También aprendimos a distinguir las diferentes fases: la inhalación, que se asocia a la renovación, a la potencia, al principio; la retención, momento en que interiorizamos lo que hemos adquirido, lo hacemos nuestro y lo explotamos: en las técnicas de budismo zen la retención es la fase más importante; la expiración, que se relaciona con la limpieza, la expulsión de lo que no necesitamos, y con al dejarse ir, con la relajación; el vacío, momento en que nos quedamos sin nada dentro, preparados para volver a comenzar el ciclo que nos da la vida. Cada una de las fases tiene su importancia y sus técnicas para sacarle partido.
Incluso jugamos con la idea filosófica de que la respiración es la acción que nos une a todos los que respiramos: el aire que hoy está en mis pulmones estará en los tuyos a continuación y viceversa. El aire como vehículo de unión de todos los seres vivos.
Me sorprende tanta complejidad y tanta importancia en una acción que para todos es instintiva y que, por tanto, queda fuera de nuestra atención la mayor parte del tiempo. Y me pregunto por qué, en todos estos siglos de evolución, y sabiendo de su interés para el desarrollo saludable de las personas desde tiempos inmemoriales, no hemos sido capaces de integrar en la escuela el aprendizaje básico de las diferentes técnicas de la misma forma en que hemos integrado los principios de las matemáticas, la ortografía o la música.
En todo caso un buen consejo para momentos de agitación sigue siendo éste, tan fácil: respira.