Nombres

Publicat a / Publicado en Abrazos

Ponerle nombre a algo o a alguien es hacerlo real, es integrarlo en la propia existencia. Una vez le has puesto nombre lo has hecho tuyo y estará en tu vida para siempre, por muy breve que pueda ser el contacto en el tiempo.

En casa somos de ponerles nombre incluso a las cosas: los coches, los teléfonos, los sombreros, las ollas, tienen nombre. ¡Cómo no lo van a tener los animales! Pero donde la imaginación y el ingenio alcanzan mayor vuelo es dándoles nombre a los gatos.

Porque en casa hay gatos, muchos gatos. Quizá demasiados gatos. Pero ¿quién le pone puertas al campo? La naturaleza actúa: están cuidados, bien alimentados, sanos. Lo normal es que florezcan.

El problema viene cuando alguno cae, porque van cayendo, a veces demasiado a menudo. Puede ser por una enfermedad repentina o un accidente, normalmente es por la carretera que pasa cerca y es su mayor enemigo.

En esos momentos el trago se hace amargo porque a ese ser vivo que te ha dejado tú le has puesto nombre, ya está en tu vida, ya es tuyo. No es menos costoso cuando es más joven o le has tratado menos: si tiene nombre, estás fastidiado. Hemos perdido a….

Es así y hay que aceptarlo: todo placer en esta vida tiene su reverso tenebroso. Y es un placer encontrarles nombre y ver cómo, a partir de ese momento, nombre y ser se hacen uno y uno influye en el otro y la criatura pasa a otro plano dentro de nuestro mundo y nuestro esquema mental.

Así, Mandra, la reina de todos ellos, nació con una querencia especial por la pereza y el enrosque junto al fuego; Bindi, nuestra gata más fiera, lleva un punto perfecto en la cabeza, entre las orejas; Extrems tiene el hocico blanco y la cola negra; Trébol lleva sobre el hocico una marca de tres hojas; Cometa, en el mismo lugar, una estela de puntitos negros sobre su fondo blanquísimo, como polvo de estrellas; Maluna, una gata blanca y negra elegante y serena, tiene la parte superior de su cara negra y la inferior blanca, como si llevara un antifaz que la permitiera pasar desapercibida cuando hiciera alguna maldad; y la hermana mayor de las dos anteriores, la más grandota desde que nacieron, se llama XL; Morena es nuestra única gata totalmente negra; Escalador siempre se distinguió por su capacidad para… escalar, ya desde muy chico; YinYang es un gato blanco y negro a partes iguales, con un puntito blanco en lo negro y otro negro en lo blanco; Fum es gris, totalmente gris; Nono no es ni blanco ni gris, ni se deja tocar y los últimos que han llegado también forman parte ya de nuestro mundo: Tardor tiene los colores del otoño, Tenor maúlla ronco; Playtex lleva un cruzado mágico de blanco y negro en el lomo; y los tres hermanos menores, todos negros y juguetones y mimosos, son Pim, Pam y Pum.

Ahora siento un pellizco acordándome de tantos que ya no están y formaron parte de nuestras vidas durante más o menos tiempo: Miu, Enredo, Fuso, Suri, Llam y Tro, Drac, Dimoni, Botó, Illa, Xicra, Réplica, Bota, Catapum, Rubio, Rapper, Pijama… Todos ellos nos acompañaron un ratito y luego se fueron. Pero para nosotros seguirán siendo, porque tuvieron un nombre y eso les puso en nuestro mundo para siempre.